NUCLEARES VARADAS
En el año 2000 la artista Marisa González realizó un trabajo artístico sobre la Central Nuclear de Lemóniz (Vizcaya) cuyo resultado se expuso en el Centro de Arte Caja Burgos en 2004. Veinte años más tarde e invitada por la Feria del Libro de artista de Castilla y León, Marisa González presenta Nucleares Varadas, una muestra que viene a completar una serie expositiva sobre Centrales Nucleares españolas en desmantelamiento. Como no podía ser de otra manera, el foco de esta narración documental apunta también a la Central de nuestra provincia, Santa María de Garoña, que se encuentra actualmente inmersa en este proceso de desarticulación después de 50 años de actividad y tras haber generado unos 140.000 GWh.
González plantea esta muestra como un ensayo-constelación donde la noción de cartografía y el implacable paso del tiempo se muestran como pilares fundamentales de una narración polifónica donde conviven instalación, fotografía y documentación objetual para reivindicar así estos procesos de abandono, poniendo de manifiesto la impermanencia, por cuestiones técnicas, de una actividad que ha sido fundamental en muchos sentidos, y desde un punto de vista estético, el implacable paso del tiempo y la finitud de las cosas.
En pleno debate de actualidad sobre el encarecimiento del precio de la luz, la artista también quiere incidir en la visión de la central a través de una perspectiva social. Desde su implantación en la España en crecimiento y megalómana de los años 70, es innegable el impulso económico que desde entonces supone la energía nuclear en las comarcas que acogen las instalaciones. Así pues, el relato de González recoge las bondades de este tipo de energía, pero también las controversias que inevitablemente se han generado en torno a las centrales lo largo de sus ciclos vitales.
En este viaje,- que aborda en un proceso de observación con rigor científico-, Marisa González muestra lo que la central genera como significante y como significado; una suerte de catedral de la modernidad que a diferencia del edificio religioso se encierra en sí misma, hermética y celosa de su seguridad y donde la luz,- que tan presente está en nuestro imaginario catedralicio-, a duras penas consigue penetrar.
Y como nos hallamos en una feria del Libro de Artista, es el papel, -traducido en fotografías, recortes originales y objetos pertenecientes a la central-, el principal hilo conductor a través del cual la artista nos guía entre los pliegues de esta memoria, mostrando el pasado y el presente de las nucleares. Una narración apoyada por una gran carga escénica mezclada con elementos casi oníricos donde lo que se reivindica sin dejar lugar a la nostalgia, es finalmente, el legado material del Progreso.
Elvira Rilova Directora Feria Librarte